Si no fuera por Jack O’Neill, quien literalmente se congelaba mientras practicaba bodysurfing en Ocean Beach, San Francisco en los 50, el mundo del surfing viviría dolorido, entumecido. Para hacerle frente al frío, O’Neill creó el primer wetsuit, y así cambió el surfing y los océanos para siempre.
Jack O’Neill falleció este viernes de causas naturales, tenía 94 años.
Nacido en Denver, Colorado en 1923, luego criado en Portland, Oregon, O’Neill pasó su vida en los escalones fríos del Pacífico. Su familia se mudó a California y eventualmente O’Neill se instaló en San Francisco. Ahí es donde tuvo lugar el lazo primordial con la creación de trajes de surf -al dejar su trabajo para bucear en el océano congelado.
“Aguanté durante aproximadamente una hora”. “Y pensé que ese era el límite. Eso fue yendo bastante atrás en el tiempo, a los días de bodysurfing cuando prendíamos fuegos en la playa para calentarnos luego de salir del agua”.
Pronto, O’Neill buscó una nueva forma de mantener el calor, rellenando PVC flexible en su traje de baño. Luego trabajó con un material que “funcionó bastante bien pero que funcionaba como un chaleco de fuerza”. Luego, finalmente, su creatividad y necesidad por calor en el agua encontró la mente científica indicada.
“Un amigo mío, Harry [Hine]”, dijo O’Neill, “me dijo que estaba trabajando con neopreno como un aislante en su laboratorio. Por lo que tomé algo de ese neopreno y funcionó realmente bien. Con excepción de una primera camada de trajes que tuvo a la mitad de los clientes pidiendo su dinero de regreso. Luego le puse nylon. Y después empezamos a coserlo y funcionó bastante bien”.
El “Surf Shop” original fue creado por Jack para vender tablas de surf y sus wetsuits. Primero colocó uno en San Francisco y luego se mudó al sur, a Santa Cruz.
En 1952, O’Neill abrió uno de los primeros surf shops de California,  acertadamente llamado “Surf Shop”. De hecho fue el dueño de la licencia de ese nombre durante toda su vida; si hubiera querido podría haberle hecho un juicio a cualquier tienda que se llamara “surf shop”. Su tienda estaba localizada a unos 100 metros de su lugar favorito para practicar bodysurf y ahí fue donde comenzó a vender los chalecos de neopreno. En 1959 abrió su segunda tienda, 90 millas al sur de Santa Cruz, en la playa de Cowell y justo a tiempo para el boom del surfing.
“Por 10 años no tuvimos ninguna competencia”, contó O’Neill. Pero como creció la popularidad del surfing, también lo hizo la industria. Y con la llegada de avances, como el leash, que en sus etapas más rudimentarias fue lo que ocasionó la pérdida de su ojo izquierdo mientras que surfeaba en The Hook en Santa Cruz. Esa imagen de pirata ayudó en el encanto de la marca O’Neill, no solo como marca de trajes sino en el imperio de la ropa.
La fábrica de O’Neill alrededor de 1974, con Pat O’Neill en el centro con el revolucionario “Animal Skin”. “Tenemos una cantidad de personal interesante (risas). Santa Cruz en aquel entonces era un lugar tranquilo. Había una operativa muy casual”.
En 2010 la compañía que comenzó gracias al deseo de un hombre de mantenerse caliente, se convirtió en la principal vendedora de trajes del mundo. Y fue empujada por décadas de surfistas íconos que formaron parte del equipo O’Neill – de Shaun Tomson a Brad Gerlach, Shane Beschen a Cory Lopez, y Jordy Smith a John John Florence. Casi manejada únicamente por Jack O’Neill, impactó en la vida de los océanos de incontables personas. Luego de lograr el éxito comercial O’Neill continuó devolviendo a la comunidad, ayudando a niños interesados en la ciencia de los océanos, como él en los 50 pero con la gran diferencia de que ellos tenían el lujo de mantener el calor en aguas frías.
“Como lo veo, hemos tomado mucho del océano, de muchas maneras”, dijo O’Neill. “Es decir, el océano ha sido un lugar muy confortable para mí durante mi vida. Cuando todo está mal, vas al agua y todo vuelve a estar bien”.